El bautismo

El bautismo es un convenio, o una promesa, que haces con Dios. Cuando te bautizas, prometes servirle y guardar Sus mandamientos lo mejor que puedas.

Un joven se bautiza en una pila bautismal de una capilla

Sigue el ejemplo perfecto del Salvador

Si alguna vez has leído el Nuevo Testamento, probablemente estés familiarizado con el relato en el que Jesús acude a Juan el Bautista para ser bautizado.

“Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, a Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan se lo impedía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Y respondiendo Jesús, le dijo: Permítelo ahora, porque así nos conviene cumplir toda justicia”.—Mateo 3:13–15

Incluso Jesús, que nunca pecó, fue bautizado para mostrar obediencia a Dios y ser el ejemplo que debemos seguir.

Jesucristo es bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán
Jesucristo es bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán

Juan bautiza a Jesús

Se requiere el bautismo para entrar en el cielo

Jesús enseñó que debemos bautizarnos para regresar a vivir en la presencia de Dios después de que esta vida haya terminado.

Respondió Jesús: “De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” —Juan 3:5

El bautismo es “nacer del agua”. Hace posible que seamos limpiados de nuestros pecados, lo cual es necesario para que regresemos con Dios.

El bautismo debe efectuarse por inmersión

Los bautismos en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se llevan a cabo por inmersión, lo cual significa que la persona es sumergida completamente bajo el agua y sacada de nuevo. La Biblia nos dice que “… después que fue bautizado, [Jesús] subió inmediatamente del agua” (Mateo 3:16). El bautismo por inmersión es un hermoso símbolo, no solo del lavamiento de los pecados, sino de la muerte, la sepultura y la resurrección. El bautismo implica el fin de tu forma de vida anterior y el nacimiento a una vida dedicada a los valores cristianos (véase Romanos 6:3–6).

Los Santos de los Últimos Días creen que el bautismo lo debe realizar alguien que posea la debida autoridad del sacerdocio. Esa autoridad que procede directamente de Jesucristo fue traída de nuevo por medio de la restauración de Su Iglesia.

El bautismo y el Espíritu Santo

Aunque el bautismo en sí es un acontecimiento importante, no está totalmente completo sin recibir el don del Espíritu Santo. Recibir el Espíritu Santo es nacer del Espíritu (véase Juan 3:5). El don del Espíritu Santo se te confiere después de tu bautismo para que puedas recibir la ayuda de Dios, Su guía y Su consuelo a lo largo de tu vida.

Juan el Bautista bautiza a Jesucristo en el río Jordán cumpliendo la profecía

Las promesas del bautismo

Un nieto visita a su abuela en el porche de su casa
TÚ PROMETES: prestar servicio a otras personas

“… llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras” (Mosíah 18:8).

Una madre y una hija se abrazan y muestran compasión
TÚ PROMETES: mostrar amor y compasión

“… llorar con los que lloran; sí, y […] consolar a los que necesitan de consuelo” (Mosíah 18:9).

Una mujer se sienta en un banco de un parque con el Libro de Mormón y se entera de que los bebés no necesitan el bautismo
DIOS PROMETE: darte el Espíritu Santo

“… que él derrame su Espíritu más abundantemente sobre vosotros” (Mosíah 18:10).

Un grupo de niñas caminan juntas por un sendero forestal
TÚ PROMETES: ser un buen ejemplo

“… ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvieseis” (Mosíah 18:9).

Un hombre estudia las Escrituras en un banco de un parque y aprende que el bautismo por los bebés no es necesario
TÚ PROMETES: guardar los mandamientos de Dios

“… lo serviréis y guardaréis sus mandamientos” (Mosíah 18:10).

El sol brilla a través de las nubes mostrando la mano de Dios en la naturaleza
DIOS PROMETE: La oportunidad de que recibas la vida eterna

“… para que seáis redimidos por Dios, y seáis contados con los de la primera resurrección, para que tengáis vida eterna” (Mosíah 18:9).

Tú puedes ser bautizado

El apóstol Pedro también dejó claro que el bautismo es un mandamiento para todas las personas: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para la remisión de pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

Antes de ser bautizado, demuestras tu deseo de guardar los mandamientos de Dios al arrepentirte de las cosas que has hecho mal. Esto puede requerir confesar tus pecados antes de ser bautizado (véase Mateo 3:6) o compensar los errores cometidos, cuando te sea posible.

Cuando eres bautizado, tienes la oportunidad de comenzar una nueva vida, una dedicada a seguir a Jesucristo. Tus pecados son perdonados y puedes consagrarte de nuevo a tomar decisiones que conduzcan a la felicidad. Después de ser bautizado y recibir el don del Espíritu Santo, Él te ayudará, te consolará y guiará tus esfuerzos.

Preguntas frecuentes

Las que aparecen a continuación son preguntas que a menudo se hacen sobre los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Haz clic aquí para ver la lista completa.

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