¿Quién soy yo?
¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Es importante mi vida? Las Santas Escrituras enseñan que somos hijos de Dios con una identidad y un propósito únicos.
Eres un hijo o una hija de Dios
Eres “linaje de Dios” (Hechos 17:29). Él es el Padre de tu espíritu. Él desea tener una relación especial contigo. Como hijo o hija de Dios, tu potencial es infinito.
Eres único
Eres alguien inigualable. Tu Padre Celestial te creó con puntos fuertes únicos. Tienes el potencial divino de llegar a ser lo que Dios quiere que seas: la mejor versión de ti mismo.
Dios te conoce
Dios te conoce personalmente. Jesús enseñó que Dios el Padre vela por todas Sus creaciones; un pajarillo no puede caer a tierra sin que el Padre lo sepa (véase Mateo 10:29). Cuando se trata de ti, “aun [tus] cabellos están todos contados. Así que no tem[as]; más val[es] [tú] que muchos pajarillos” (Mateo 10:30–31).
Aprende más del plan de Dios para nosotros
Antes de que nacieras, vivías con Dios, tu Padre Celestial. Él te conocía, te amaba y te enseñó las opciones que te llevarían a una felicidad duradera. Este periodo se llama vida preterrenal.
Dios quería que viniéramos a la tierra para obtener un cuerpo físico. Aquí enfrentamos desafíos y situaciones que nos ayudan a aprender y a crecer para que podamos llegar a ser más como Él.
Dios sabía que cometeríamos errores, así que eligió a Jesús para que viniera a la tierra y sufriera por nuestros pecados. El sacrificio de Jesús nos permite ser perdonados y limpiados de nuestros pecados para que podamos vivir con Dios de nuevo algún día.
Aquí en la tierra, no recordamos haber vivido con Dios. Como resultado, debemos tener fe y aprender a elegir entre el bien y el mal. La vida no es fácil, pero los tiempos difíciles nos permiten apreciar la felicidad y la paz.
Jesús sufrió y murió por nuestros pecados. Pero eso no quita nuestra responsabilidad; debemos elegir aceptar a Jesús arrepintiéndonos cuando cometemos errores, siendo bautizados y guardando Sus mandamientos.
Cuando morimos, nuestro espíritu y nuestro cuerpo se separan. Nuestro espíritu va al mundo de los espíritus. Es un lugar de descanso y felicidad para aquellos que han tomado buenas decisiones. También es un lugar donde los espíritus que aún no han recibido el evangelio de Jesucristo aprenden y progresan, o donde aquellos que han rechazado a Jesucristo sufren por sus pecados.
El mundo de los espíritus no es un destino o juicio final. De hecho, debido a que Dios es tan amoroso y justo, a aquellas personas que nunca conocieron a Jesús se les enseña sobre Su evangelio y se les da la oportunidad de aceptarlo.
Jesús venció a la muerte para que todos podamos vivir de nuevo. A esto se le llama la resurrección. Cuando resucitamos, nuestros espíritus y cuerpos se reúnen. Nuestros cuerpos serán perfectos y nunca volverán a morir.
Jesús nos juzgará según nuestras acciones y los deseos de nuestro corazón. Será tan misericordioso como pueda. Debido a que nuestras acciones y deseos varían, el cielo incluye diferentes reinos o grados de gloria.
Nuestro Padre Celestial y Jesús viven en el reino celestial. Si vivimos las enseñanzas de Jesús y somos limpios por medio de su sacrificio, podremos vivir en la presencia de Dios y experimentar un gozo duradero.
Las personas que se niegan a aceptar el evangelio de Jesucristo pero que viven vidas honorables recibirán un lugar en el reino terrestre.
Aquellos que continúen en sus pecados y no se arrepientan recibirán un lugar en el reino telestial.
Dios te ama
Dios desea ayudar a Sus hijos a ser felices. Él te ha bendecido con muchas cosas. Te ama, cuida de ti y desea comunicarse contigo por medio de la oración. Jesús ha prometido: “… vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden” (Mateo 7:11).
Tienes un propósito
Debido a que es tu Padre, Dios desea que seas feliz. Él puede compartir Sus bendiciones contigo y guiarte con amor. Él quiere que regreses a Su presencia y seas feliz para siempre, y puedes conseguirlo si sigues a Jesucristo y magnificas tus talentos para servir a Dios y a Sus hijos.
Dios sabe quién eres. Tú eres Su hijo o Su hija. Él vela por ti y sabe exactamente las dificultades que enfrentas, así como las habilidades que te ha dado para vencerlas. Lo único que desea es verte triunfar y alcanzar todo tu potencial. Quiere que tu familia y tú se reúnan con Su familia en gloria para siempre.
Tus dones y tus desafíos son únicos
Tus rasgos y habilidades te hacen único. Dios te da ciertas experiencias para ayudarte a progresar y a usar tus atributos y habilidades. También te concede dones que te ayudan a bendecir la vida de otras personas y a vencer los desafíos que afrontarás en la vida.