¿De dónde venimos?
Para entender tu propósito aquí, resulta útil saber de dónde provienes. En pocas palabras, tu espíritu vivió en el cielo antes de nacer.
Vivimos en la presencia de Dios
Antes de que se creara la tierra, todos vivíamos con Dios, nuestro Padre Celestial. Él quería que aprendiéramos de las experiencias que tuviéramos aquí en la tierra para ayudarnos a llegar a ser más como Él. Al igual que los jóvenes que dejan sus hogares para ir a la universidad, necesitábamos salir de nuestro hogar celestial a fin de crecer personalmente, aprender de nuestros errores, hallar gozo y desarrollar la fe. Para progresar, necesitábamos un ambiente donde pudiéramos enfrentar desafíos y ser probados. De modo que Dios creó esta tierra y nos enseñó Su plan para nuestra felicidad. Todos estamos aquí porque confiamos en Su plan, el cual está diseñado para permitirnos regresar a vivir con Él de nuevo.
“[Y] el polvo vuelv[e] a la tierra, como era, y el espíritu vuelv[e] a Dios, quien lo dio” (Eclesiastés 12:7).
Aprende acerca del plan de Dios para nosotros
Antes de nacer, vivías con Dios, tu Padre Celestial. Él te conocía, te amaba y te enseñó acerca de las decisiones que te conducirían a una felicidad duradera. Ese período se conoce como la vida preterrenal.
Dios quería que viniéramos a la tierra para que obtuviésemos un cuerpo físico. Aquí afrontamos desafíos y situaciones que nos ayudan a aprender y a progresar para poder llegar a ser más como Él.
Dios sabía que cometeríamos errores, de modo que escogió a Jesús para que viniera a la tierra y sufriera por nuestros pecados. El sacrificio de Jesús nos permite ser perdonados y limpios de nuestros pecados para que algún día podamos volver a vivir con Dios.
Aquí, en la tierra, no recordamos haber vivido con Dios. Por eso debemos tener fe y aprender a escoger entre el bien y el mal. La vida no es fácil, pero los momentos difíciles nos permiten apreciar la felicidad y la paz.
Jesús sufrió y murió por nuestros pecados, pero eso no nos exime de nuestra responsabilidad: debemos aceptar a Jesús arrepintiéndonos cuando cometamos errores, siendo bautizados y guardando Sus mandamientos.
Cuando morimos, nuestro espíritu se separa del cuerpo. Nuestro espíritu va al mundo de los espíritus, que es un lugar de descanso y felicidad para aquellos que han tomado buenas decisiones y un lugar de aprendizaje y progreso para quienes aún no recibieron el evangelio de Jesucristo. Para aquellos espíritus que rechazaron a Jesucristo, ese es un lugar para sufrir por sus pecados.
El mundo de los espíritus no es un destino ni un juicio final. De hecho, como Dios es tan amoroso y justo, a las personas en el infierno que nunca supieron acerca de Jesús se les enseña Su evangelio y se les da la oportunidad de aceptarlo a Él.
Jesús venció la muerte para que todos podamos vivir de nuevo. Esto es lo que llamamos la resurrección. Cuando resucitamos, nuestro espíritu y nuestro cuerpo se unen de nuevo. Nuestro cuerpo será perfecto y nunca volverá a morir.
Jesús nos juzgará de acuerdo con nuestros hechos y los deseos de nuestro corazón. Él será todo lo misericordioso que pueda. Debido a que los hechos y los deseos de las personas varían, el cielo contiene diferentes reinos o grados de gloria.
Nuestro Padre Celestial y Jesús moran en el Reino Celestial. Irás allí si vives de acuerdo con las enseñanzas de Jesús y eres limpiado de tus pecados mediante Su sacrificio. Vivirás en la presencia de Dios y tu gozo será duradero.
Las personas que rechacen el evangelio de Jesucristo pero lleven vidas honorables heredarán un lugar en el Reino Terrestre.
Aquellos que permanezcan en sus pecados y no se arrepientan recibirán un lugar en el Reino Telestial.
El propósito de la vida en la tierra
Como parte del plan de Dios, obtenemos un cuerpo físico al nacer. Afrontamos muchos desafíos y tentaciones, pero también experimentamos felicidad y amor. A fin de aprender por la fe, Dios hizo que olvidáramos nuestra vida en los cielos. También nos dio la libertad de escoger para que pudiéramos decidir por nosotros mismos entre el bien y el mal. La vida terrenal se convirtió en un campo de pruebas donde nuestras decisiones de llevar una buena vida y seguir a Dios determinarían si estaremos listos para regresar y vivir con Él algún día.
Dios dio a Su Hijo para que fuera nuestro Salvador
El Padre Celestial sabía que, durante esta vida, ninguno de nosotros sería perfecto. Para vencer nuestros pecados y errores, Dios nos proporcionó un Salvador. Él envió a Su Hijo Amado, Jesucristo, para permitirnos ser perdonados y enseñarnos cómo podemos regresar a nuestro Padre Celestial.
Los misioneros te pueden explicar en detalle el Plan de Salvación y la función de Jesucristo, y les alegrará contestar cualquier pregunta que tengas. El conocimiento del plan de Dios puede cambiar tu perspectiva y ayudarte a vivir con más esperanza, gozo y propósito.
Puedes conocer el plan de Dios por medio del Libro de Mormón
Puedes saber por ti mismo acerca de la realidad del plan de Dios. También puedes saber cómo las enseñanzas de Jesucristo pueden ayudarte a vivir con mayor propósito, esperanza y felicidad, incluso en momentos de dificultad o incertidumbre. Estas verdades se enseñan claramente en el Libro de Mormón. Puedes recibir tu propio ejemplar de este libro de forma gratuita.