
Mar de Galilea
18 Y andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, que es llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores.
19 Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.
21 Y pasando de allí, vio a otros dos hermanos, a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, en la barca con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.
22 Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.
Cuando Jesús recorría la costa del mar de Galilea, vio a los pescadores lanzar sus redes en el mar. Les llamó y los invitó a unirse a Él y convertirse en pescadores de hombres. Fue un desafío increíble, con una respuesta igualmente increíble. Los hombres dejaron sus redes y se unieron a Jesucristo. El mundo puede haber visto a Pedro, Santiago, Juan y Andrés como sencillos pescadores, pero cuando Jesucristo los miró, vio lo que podían llegar a ser como Sus apóstoles.
La invitación

También se nos invita a seguir a Jesucristo. Pero para hacerlo, a menudo debemos estar dispuestos a sacrificar las circunstancias de nuestra vida que nos distraen y dejarlas atrás. Eso no significa que tengamos que dejar atrás nuestras profesiones como hicieron los primeros apóstoles de Cristo. Pero podemos apartar esas pequeñas distracciones diarias que se interponen en el camino de lo que realmente importa. Desde los dispositivos digitales hasta las opciones de entretenimiento menos edificantes, ¿qué es lo que podrías dejar atrás hoy para ayudarte a dedicar más tiempo a las cosas que realmente importan, como la familia, los amigos y la fe?

¿Qué es lo que estás haciendo todos los días que tal vez no sea un buen uso de tu tiempo?
¿Con qué otra actividad inspiradora podrías llenar ese tiempo?
Piensa en alguna ocasión en tu vida en la que hayas sacrificado algo para servir a los demás. ¿Qué aprendiste sobre el Señor por medio de esa experiencia?

Jesús llama a Pedro, Andrés, Jacobo y Juan para que le sigan.

Jesús sana a una mujer de una enfermedad cuando ella, con fe, toca Su ropa.

Jesús predice Su muerte y resurrección. Después de que Él venga en la gloria de Su Padre, todo hombre será recompensado de acuerdo con sus obras.

Jesús enseña a no acumular tesoros en la tierra, sino a hacer tesoros en el cielo.
Mapas y representaciones




