Samaria, pozo de agua viva
La tierra de Samaria era una región que estaba entre Jerusalén y Galilea. Mientras viajaba por la región, Jesucristo se detuvo en un pozo donde se sentó a descansar. Cuando una mujer del lugar vino a sacar agua, Jesús le pidió que sacara agua para Él. Ella se sorprendió por Su petición, ya que los judíos generalmente evitaban las interacciones con los samaritanos. Pero eso no impidió que Jesús se acercara con amor y compasión a compartir Su mensaje divino con ella. La mujer había cometido algunos errores en su vida que tal vez pensó que la hacían indigna, pero Jesús le explicó Su identidad como el Mesías que ella buscaba y la invitó a adorar a Dios en “espíritu y en verdad” (Juan 4:23–24). Él la vio por lo que podía llegar a ser, tal como nos ve a nosotros.
La invitación
Todos hemos cometido errores. Todos tenemos inseguridades. Sin embargo, así como Jesucristo ofreció “agua viva” a la mujer que estaba junto al pozo, Él también nos ofrece salvación y redención a todos nosotros si venimos a Él. A diferencia de un pozo de agua en el desierto, cuando seguimos al Agua Viva, las bendiciones que fluyen nunca se secarán. Dedica tiempo a anotar algunas metas de cómo puedes aumentar tu fe en la misión divina de Jesucristo y seguirlo. Al hacerlo, recuerda que el Salvador puede ayudarte a vencer las cosas que quizás sientas que impiden tu progreso.
¿Qué te ayuda a tener fe en Jesucristo?
¿Qué sientes que impide tu progreso en tus esfuerzos por seguirlo?
¿Qué podrías hacer para superar esas dificultades?
¿Cómo puede Jesucristo darte la fortaleza para cambiar?
Pasajes de las Escrituras sobre el amor de Jesucristo
Mapas y representaciones
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