Los atributos de Jesucristo
El tipo de personas que llegamos a ser es tan importante como las cosas que hacemos para lograrlo. Cuando estuvo en la tierra, Jesús nos mostró el camino y fue el ejemplo perfecto.
Ser como Cristo
La invitación de seguir a Jesús es una invitación a seguir su ejemplo y llegar a ser como Él. Aprende de Él y esfuérzate por incorporar sus atributos en tu vida. A través del poder de su gracia, puedes llegar a ser una mejor persona y más como Cristo.
Fe
Cuando tienes fe en Cristo, crees en Él como el hijo de Dios y el Unigénito del Padre en la carne. Lo aceptas como tu Salvador y Redentor y sigues Sus enseñanzas. Crees que tus pecados pueden ser perdonados a través de su Expiación. La fe en Él significa que confías en Él y tienes confianza en que te ama.
La fe es un principio de poder. Dios tiene el poder de ayudarnos y generalmente trabaja de acuerdo a nuestra fe. La duda y el temor son lo contrario a la fe. Tu fe en Jesucristo crecerá a medida que lo conozcas mejor a Él y a sus enseñanzas. Al explorar y escudriñar las escrituras, aprenderás de Sus caminos, Su amor por la gente y Sus mandamientos.
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
— Hebreos 11:1
Esperanza
La esperanza es la confianza duradera en que el Señor cumplirá sus promesas para contigo. Se manifiesta en confianza, optimismo, entusiasmo y perseverancia paciente. Es creer y esperar que algo ocurrirá. Cuando tienes esperanza, trabajas a través de las pruebas y dificultades con la seguridad de que todas las cosas obrarán juntas para tu bien. La esperanza te ayuda a conquistar el desaliento. Las Escrituras a menudo describen la esperanza en Jesucristo como la seguridad de que heredarás la vida eterna.
“Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo, y perseveráis hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna”.
—2 Nefi 31:20
Caridad y amor
La caridad es el amor puro de Cristo e incluye el amor ilimitado de Dios por todos sus hijos. Debemos esforzarnos por desarrollar ese tipo de amor. Al orar sinceramente por el don de la caridad, esfuérzate por vivir rectamente y servir a otros. Poco a poco podrás sentir una preocupación sincera por el bienestar y felicidad de otra gente. Evitarás sentimientos negativos de odio, envidia, lujuria o codicia. Evitarás juzgar, criticar o decir cosas negativas de ellos. Trata de entender a la gente y sus puntos de vista. Sé paciente con ellos y trata de ayudarles cuando tengan problemas o estén desanimados. La caridad, como la fe, lleva a la acción. Desarrollarás caridad al buscar oportunidades para servir a otros y dar de ti mismo.
“La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no se jacta, no se envanece; no se comporta indebidamente, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; no se regocija en la maldad, sino que se regocija en la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca deja de ser…”
—1 Corintios 13:4–8
Preguntas y escrituras para estudiar
Virtud
La virtud se origina en tus pensamientos y deseos más íntimos. Es un patrón de pensamiento y comportamiento basado en normas morales elevadas. Lo que eliges pensar y hacer cuando estás solo y piensas que nadie te está viendo es una medida fuerte de tu virtud.
Las personas virtuosas son limpias y puras espiritualmente. Se enfocan en pensamientos justos y edificantes y sacan de sus mentes los pensamientos indignos que llevan a acciones inapropiadas. Obedecen los mandamientos de Dios. Oran por fortaleza para resistir la tentación y hacer lo que es correcto. Se arrepienten rápidamente de cualquier pecado u ofensa.
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por medio de su gloria y virtud… añadir a vuestra fe virtud; y a la virtud, conocimiento; y al conocimiento, templanza; y a la templanza, paciencia; y a la paciencia, piedad; y a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si en vosotros están estas cosas y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”.
—2 Pedro 1:3–8
Paciencia
La paciencia es la capacidad de soportar el retraso, problemas, oposición o sufrimiento, sin llegar a enojarse, frustrarse o estar ansioso. Es la habilidad de hacer la voluntad de Dios y aceptar su tiempo. Cuando eres paciente, eres resistente a la presión y eres capaz de enfrentar la adversidad de forma calmada y con esperanza. La paciencia está relacionada con la esperanza y la fe. Debes esperar que las promesas del Señor se cumplan. Debes ser paciente con todas las personas, incluyéndote a ti mismo, mientras trabajas para vencer tus faltas y debilidades.
“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.
—Romanos 5:3–5
Humildad
La humildad es la disposición de someterse a la voluntad del Señor y darle el honor de lo que se logra. Incluye la gratitud por sus bendiciones y el reconocer tu necesidad constante de su ayuda divina. La humildad no es una señal de debilidad; es una señal de fortaleza espiritual.
Lo opuesto a la humildad es el orgullo, que está condenado en las escrituras. Ser orgulloso significa poner más confianza en uno mismo que en Dios o en sus siervos. Cuando humildemente confías en Dios y reconoces su poder y misericordia, puedes tener la seguridad de que sus mandamientos son para tu bien. Tendrás la confianza de que puedes hacer lo que sea que el Señor te requiera si confías en Él.
“Y si los hombres vienen a mi les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos".
—Éter 12:27