Cuando Jesús nos enseñó a “amar a nuestro prójimo”, no se refería solo a las personas que viven cerca de nosotros. Toda la gente que encontramos son nuestros prójimos, y tenemos el deber de amarlos como Jesús nos ama.

En la Biblia, cuando le preguntaron a Jesús: “¿Quién es mi prójimo?” respondió con una parábola (o historia) llamada “El Buen Samaritano” (ver Lucas 10:25–37).

En la parábola, un hombre judío viaja solo por un camino y unos ladrones lo atacan dejándole mal herido. Después de algún tiempo, pasa un sacerdote, pero no se detiene a ayudar. Luego viene un levita, pero tampoco se detiene. Finalmente, un hombre samaritano ve al pobre judío golpeado y se detiene inmediatamente para atenderlo. Esto es importante porque históricamente, samaritanos y judíos se odiaban mutuamente. A pesar de ello, el samaritano elige limpiar y vendar las heridas del hombre judío y llevarlo a un mesonero, a quien pagó para que lo cuidara. Una de las moralejas de la historia es que, independientemente de nuestras diferencias más profundas, ya sean religiosas, políticas o culturales, todos debemos esforzarnos por tratar a todos con respeto, empatía y amabilidad.

Si estás buscando maneras de demostrar amor a los demás, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días cuenta con diversas iniciativas de servicio en las que puedes participar, ya sea localmente o en todo el mundo. Para conocer los proyectos en tu área, habla con los misioneros. Ellos pueden ponerte en contacto con el grupo local de la Iglesia para que te unas a otros que ya están sirviendo en tu comunidad. También puedes encontrar oportunidades de servicio (tanto cerca de casa como en el extranjero) visitando nuestro sitio de voluntariado, JustServe.org. Obtén más información sobre nuestros esfuerzos humanitarios alrededor del mundo.

No. El evangelio de Jesucristo es para todos. Él invita a todos a venir a Él “sin dinero y sin precio” (véase Isaías 55:1). En realidad los misioneros pagan para verte, ya que cubren sus propios gastos para ir a la misión. Los líderes locales de la Iglesia y los maestros de las clases tampoco reciben retribución económica.

Los horarios de las reuniones de la Iglesia varían de una congregación a otra. Sin embargo, siempre puedes contar con que habrá un servicio principal de adoración para todos, seguido de clases para niños, jóvenes y adultos.

La reunión dirigida a toda la congregación se llama “reunión sacramental”, y consta de himnos, oraciones y sermones (o “discursos”) ofrecidos por diferentes miembros de la congregación. Pero la parte más importante de la reunión es cuando tomamos la Santa Cena (que es similar a la comunión) para recordar al Salvador.