Jesús observa la fiesta sagrada de la Pascua con Sus Apóstoles. Él instituye la ordenanza sagrada de la Santa Cena, en la que Sus discípulos son invitados a comer y beber en memoria de Él. Él les enseña acerca del poder consolador del Espíritu Santo. Y, sabiendo que su tiempo con ellos pronto terminará, les dice que los ama. Sus Apóstoles han recorrido un largo camino desde que se encontraron por primera vez con Jesús y, sin embargo, Sus palabras muestran que Él sabe que su transformación en verdaderos discípulos apenas comienza.
Después de lo que a menudo se conoce como la Última Cena, Jesús les pide a Sus Apóstoles que lo sigan durante la noche hasta un tranquilo jardín llamado Getsemaní. A pesar de que su maestro les pide que permanezcan despiertos con Él, los discípulos exhaustos se quedan dormidos. Solo, Jesús comienza a orar y pronto se siente abrumado por una agonía incomprensible. Allí en el Jardín, Él comienza el proceso de tomar sobre Sí mismo los pecados del mundo. Es el comienzo de un acto de sacrificio que llegará a su última conclusión al día siguiente en la cruz del Gólgota.
El dolor que siente Jesús lo abarca todo. Y sin embargo, queda empequeñecido por la inmensidad de Su amor. Por Su Padre. Por sus discípulos. Por nosotros. Por ti. Mientras los Apóstoles duermen, Jesucristo hace posible que encuentren un nuevo tipo de descanso para sus almas. Gracias a Él, pueden dejar atrás sus errores del pasado y convertirse en los discípulos que Dios siempre quiso que fueran.
Nunca es demasiado tarde para cambiar. El sacrificio de Jesús significa que puedes dejar atrás tu pasado.
Jesús no espera que alcancemos la perfección en esta vida, pero sí quiere ayudarnos a mejorar poco a poco, día a día. Tómate un momento ahora mismo para escribir algo en tu vida que quieras cambiar.